Crisis de migrantes: grietas de la Unión Europea
- Pilar d'Alò
- 6 dic 2015
- 3 Min. de lectura

Tantas veces a lo largo de la historia los hombres hemos sido testigos de la desgracia humana: guerras, violencias, hambre, terror. Tantas veces nos emocionamos, tantas veces nos indignamos y tantas veces al no poder hacer nada, hemos vuelto a nuestras vidas rutinarias dejando aquellas desgracias en un rincón lejano de nuestra mente.
La "crisis de los migrantes" europea no es ninguna excepción. Nos hemos conmocionado, hemos hecho preguntas, nos indignamos, pero no pudimos hacer nada y la dejamos atrás, dejando que otras crisis monopolizaran nuestras mentes y nuestro televisor: el referéndum griego, la caída de la bolsa china, el conflicto en Ucrania, etcétera.
Sin embargo, la "crisis" sigue sin ser solucionada. Aunque las noticias no lleguen a Argentina o a nuestra Facultad, casi todos los días sigue habiendo más muertes y más refugiados que ingresan a Europa, y no se están encontrando soluciones. No se están parando las partidas desde Libia, no se están combatiendo los traficantes de seres humanos, no se están compartiendo costos y recursos para salvar vidas, en fin no se está colaborando. A la crisis humanitaria que viven quienes desesperados deciden emprender este viaje, se agrega la crisis política europea, que no solamente no logra dar ningún tipo de alivio, sino que a veces hasta empeora la situación. Muchos recodarán que tras la declaración de Federica Mogherini - Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad - de la intención de la Unión Europea de bombardear los barcos en las costas libias, las travesías del Mediterráneo aumentaron y las lanchas emprendieron el viaje cada vez con más personas a bordo, aumentando los naufragios. Así, aunque la posibilidad de bombardear un país (aliado) en plena búsqueda de equilibrio tras una guerra civil por el momento haya sido dejada de lado, se hace evidente que desde un principio la falta de coordinación y voluntad política de colaboración están contribuyendo a esta desgracia.
Lamentablemente, la falta de coordinación y cooperación europeas se hacen evidentes también al momento de enfrentar otra "crisis" ligada a los migrantes: la de su ubicación dentro de las fronteras europeas. En virtud de los acuerdos de Dublín 2, se preveía que los clandestinos debían hacer demanda de asilo en el país de llegada, al cual habrían sido devueltos en caso de cruce ilegal de fronteras y entrada a otro país europeo. Con la crisis de 2014-2015, la legislación puso a dura prueba los Estados mediterráneos, y en particular Italia, que reiteradas veces pidió ayuda y evidenció la necesidad de mayor cooperación. La respuesta llegó hace unos meses cuando desde Alemania se propuso suspender Dublín 2 y establecer cuotas permanentes y obligatorias a los países de la UE para acoger migrantes. Lamentablemente también en este caso la Unión se encontró frente a graves resistencias principalmente de Europa del este - recordamos que Hungría levanto un muro constantemente patrullado para impedir el ingreso de migrantes desde Serbia y más recientemente Inglaterra, que se declaró dispuesta a acoger solamente 15.000 prófugos y reitero la necesidad de bombardear los barcos y las lanchas de los traficantes.
En conclusión, aunque Europa se presente como ejemplo de cooperación internacional, como paso superador de la política internacional actual, es innegable que se encuentra dividida. La reciente discusión que levantó la situación en Grecia acerca de los intereses de ciertos países dentro de la UE evidencia también el porqué de la respuesta ante la emergencia migratoria. Cuando hubo que jugársela en serio y demostrar lo que se apuesta al compartir la responsabilidad de la seguridad en el Mediterráneo, esta Europa en plena crisis económica no supo responder según esos criterios que gusta llevar como ejemplo ante los demás. En el caso griego y ante esta emergencia humanitaria, Europa demostró que no es tan unida como gusta mostrar y que en las malas es siempre más fácil jugar para uno mismo y para los intereses de los más fuertes en lugar de apostar a la creación de una verdadera comunidad internacional.



























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