La cuestión europea
- James Talbot
- 14 jun 2016
- 14 Min. de lectura

El 23 de junio de 2016 el pueblo británico irá a las urnas para decidir si el Reino Unido continuará siendo europeo no sólo en sentido político sino también en sentido cultural. El referéndum, prometido al electorado por el Primer Ministro de derecha David Cameron en el Manifiesto del Partido Conservador en los albores de la elección general de 2015, determinará el rol del Reino Unido en la Unión Europea por al menos el próximo cuarto de siglo. Acuerdos comerciales en el marco de la integración, inversiones, mercados laborales, seguridad, así como también la creación de empleo y libertad de movimiento estarán en riesgo para decidir si la autonomía aislada de Gran Bretaña es una mejor opción que la independencia con ciertas cadenas. El pueblo británico tendrá que decidir si vale la pena pagar un promedio de £8.5 billones al año para ser miembro de la economía más productiva y más grande del mundo.
El mismo Primer Ministro habría preferido no tener que realizar el referéndum. Nuestras razones para tener uno tienen que ver más con conflictos internos del Partido Conservador que con algún tipo de compromiso intenso con los ideales democráticos. El mismo Cameron hará campaña (nada más que con el dinero del gobierno) para que Gran Bretaña permanezca en la UE, una posición conocida en los medios como #BREMAIN, mientras que los políticos de su partido, incluyendo ministros del gabinete, estarán a favor de que Gran Bretaña deje la UE, una posición conocida como #BREXIT.
Tales políticos incluyen al Ministro de Justicia y ex Ministro de Educación Michael Gove, y el Alcalde de Londres, quien espera ser Primer Ministro en 2020 y el principal rival político de Cameron, Boris Johnson. Tal división y carencia de unidad dentro del Partido Conservador es inusual. Mientras que el Partido Laborista se encuentra regularmente en desacuerdo sobre inmigración, defensa, beneficios e impuestos, política exterior por nombrar algunos temas, los Tories parecen solo estar en desacuerdo sobre una cosa: La cuestión europea.
Sin embargo ¿por qué es que de los llamados “tres grandes” en la Unión (Reino Unido, Francia y Alemania) solamente Gran Bretaña parece tener un problema irresoluble con la UE? ¿Acaso no se ha beneficiado tanto como los demás del acuerdo? Después de todo, de eso se trata la UE, un medio para los países grandes para beneficiarse a costa de los más pequeños. Perdón Grecia. La respuesta a esa pregunta depende de a quién le preguntemos. Para muchos Brexiters la respuesta es un resonante “no”. La UE no representa valor monetario; dirían que el Reino Unido recibe demasiado poco a cambio de la considerable inversión que hace cada año. A Nigel Farage, líder de una versión aguada, ligeramente menos “en tu cara” del Frente Nacional llamado el Partido Independentista del Reino Unido, le gusta hacer reclamo tras insustancial reclamo concerniente a la estafa que considera que es la UE, lejos de la cuestión nacional de intereses económicos que sus oponentes arguyen. Allí hay algunos puntos donde Gran Bretaña puede discrepar.
¿Cuáles son los problemas y qué quiere GB?
GB quiere un veto sobre la legislación europea que el electorado británico no quiere (en realidad su gobierno). La queja principal de los euroescépticos es que lo que comenzó como un acuerdo comercial solvente a gran escala está ahora, dicen, moviéndose hacia un “Estados Unidos de Europa”, quitando decisiones políticas de las manos de los políticos locales y redireccionando ese poder a Bruselas.
Una reducción en el tamaño del presupuesto. El año pasado, la contribución neta fue de alrededor de £8.5 billones. Esto es considerado demasiado por los euroescépticos. GB quiere reducir su contribución ya que muchos sienten que Bruselas no invierte bien su dinero. El Reino Unido es el tercer contribuidor a la UE, lo que tiene sentido considerando que es la tercera economía de la unión, pero el octavo per cápita, lo que significa que debe haber siete países por delante de GB amenazando con irse por sus altos aportes por membresía.
Como un país no miembro del Mercado único de la Eurozona, en otras palabras un país que no usa el euro, GB siente que no debería ser forzado a participar en los rescates a otros países como Grecia. La principal preocupación de Gran Bretaña con respecto a la zona euro fue la incapacidad de los gobiernos nacionales para devaluar su moneda en caso de una crisis económica. Grecia habría devaluado con el fin de contrarrestar sus problemas económicos, pero no pudo porque el euro sólo puede ser devaluada por el Banco Central Europeo. Grecia entonces requirió una serie de rescates, a los que el Reino Unido estaba obligado a contribuir. Gran Bretaña no quiere que el fracaso de una Eurozona de la que no quisieron ser parte se transforme en una carga económica para ellos.
Gran Bretaña quiere reducir la inmigración de trabajadores de la UE. Durante los últimos 10 años, y con la inclusión de más países en la Unión Europea, el número de trabajadores de Europa del Este que se desplazan a Gran Bretaña ha aumentado considerablemente. La queja principal de los euroescépticos aquí no es solamente el hacinamiento, sino también el acceso a ciertos beneficios de los trabajadores como ayudas para los hijos, a disposición de inmigrantes que se considera no han contribuido lo suficiente al sistema para merecer. Otra de las principales preocupaciones es que una gran cantidad de dinero se envía al exterior, de vuelta a los países de origen de los trabajadores y fuera de circulación en la economía británica.
Estos problemas son reales, ya sean más grandes o más pequeños de lo que se hacen aparecer, pero incluso la mayoría de los Bremainers están de acuerdo en que estos asuntos deben ser resueltos lo más pronto posible. El punto clave, sin embargo, es que los pro-Europers sienten que la negociación y la reforma son, con mucho, la forma más sensata, diplomática y adulta de tratar, en lugar de cerrar la puerta y negarse a hablar. Este es el principal argumento de Cameron; que un ultimátum adentro-o-fuera no sólo no es necesario, sino que podría llevar a los británicos a recibir ordenes de Bruselas sin poder decir nada. Brexiters como Farage hacen reclamos no demostrados con respecto al futuro de un Reino Unido independiente, indicando que llevaría el país a una especie de prosperidad desconocida desde los tiempos del Imperio.
Los Brexiters afirman que al salir de la Unión Europea, habría inmediata prosperidad. Nos ahorraríamos alrededor de 10 mil millones de libras al año en contribuciones a la UE, podríamos bloquear los trabajadores migrantes en el aeropuerto, no tendríamos que dar el presente a cada capricho de Bruselas, y nos gustaría tener la libertad de hacer nuestras propias propuestas comerciales. Sin embargo, una proporción considerable de estas afirmaciones son mera fantasía. Nos ahorraríamos dinero de nuestras contribuciones, pero probablemente perderíamos la misma cantidad en perdidas de inversiones, de empleos y de desarrollo. Podríamos lograr que trabajadores migrantes no entren en Gran Bretaña, pero nos encontraríamos a experimentar una repentina escasez en áreas clave como el NHS (sistema de salud británico), el transporte y oficios como fontanería, electricidad y construcción. Y todavía así tendríamos que continuar con la política comercial empezada por la mayoría en Bruselas en tanto que parte de nuestros acuerdos comerciales, sin tener ni voz ni voto en los desarrollos futuros de esa política, de la misma manera que Noruega por ser no europeo. En términos de la renegociación de los acuerdos comerciales, las estimaciones sugieren que se podrían tardar entre 2 y 10 años para renegociar todo lo que tenemos en pie, además de nuevos acuerdos. Eso significaría una pérdida de ingresos durante un tiempo indeterminado y esencialmente menos dinero en los bolsillos de la gente. Si el hecho de que muchos Brexiters son o fueron banqueros, financieros o propietarios de empresas que pueden o no beneficiarse directamente de estas renegociaciones tiene algún significado, voy a dejar a dejar que lo decidan ustedes. Los puntos clave a tener en cuenta, sin embargo, son los siguientes: un acuerdo comercial más ventajoso para un Reino Unido menos europeo es muy poco probable.
La UE buscaría castigar el país por la desorganización económica y política generalizada mediante la adopción de una postura deliberadamente de fuerza en las futuras negociaciones con una Gran Bretaña independiente. Muchos líderes de la UE, como Angela Merkel y François Hollande, han aludido a esto en el pasado. Un acuerdo comercial más ventajoso con los estadounidenses también parece poco probable. Hace sólo unos meses, Barack Obama afirmó en Londres que el Reino Unido estaría al final de la cola (detrás de la UE y el resto del mundo) a la hora de negociar nuevos acuerdos comerciales, y la escala de tiempo 10 años que se mencionó anteriormente vino directamente de la boca del presidente de Estados Unidos. En respuesta a estas observaciones, los Brexiters los llamaron a callar y mantener la nariz fuera de los asuntos británicos, el equivalente diplomático de meter los dedos en los oídos y gritar "Lalalalalala".
No sabemos qué vamos a obtener si nos vamos de la UE, pero podemos estar seguros de que van a ser acuerdos peores de los que tenemos ahora, porque esto es lo que opinan la mayoría de los líderes mundiales y las principales economías. Lo que sí sabemos es lo que tenemos ahora, y la lista de beneficios al permanecer en la UE es larga:
Acceso fácil y barato a un mercado único de 500 millones de personas;
La UE absorbe alrededor de 50% de todas las exportaciones británicas;
Gran Bretaña sólo toma alrededor de 10% de las exportaciones de la UE;
Un acceso más fácil a los mercados no europeos;
Libre circulación de mano de obra calificada y no calificada;
3 millones de puestos de trabajo generados por el comercio con la UE;
Inversión en infraestructura, ciudades, empresas;
Leyes laborales, en seguridad y derechos humanos.
Como se puede ver cuando los hechos están dispuestas sobre la mesa de manera objetiva, parece muy claro que el mejor curso de acción para el Reino Unido es permanecer en la Unión Europea, y la lucha para reformarla desde dentro, discutiendo los problemas mencionados anteriormente a partir de la perspectiva británica. Pero el problema no proviene de las preocupaciones objetivas, sino de preocupaciones personales que son las que ayudan más en la comprensión de la importancia de la cuestión europea en la sociedad británica.
El excepcionalismo británico
La primera cosa a considerar es que siempre respecto a Europa en la sociedad británica ha siempre existido un sentimiento de “excepcionalidad británica”, anterior a las naciones de "Inglaterra" y "Gran Bretaña". La idea de que los británicos son de alguna manera diferente al resto de Europa ha sido un tema importante y siempre presente a lo largo de la historia británica, a partir de las numerosas guerras contra los invasores extranjeros o agresores (o cuando nosotros mismos éramos los invasores / agresores), el rechazo de francés y el latín (la negativa a aprender otras lenguas sigue siendo un tema clave en la moderna Gran Bretaña), las luchas de Enrique VIII con el Papa que llevaron a la creación de la Iglesia de Inglaterra y el rechazo del catolicismo, los habitantes de las Islas británicas durante miles de años se negaron a reconocer su conexión intrínseca con el resto del continente.
Las Islas Británicas son un conjunto de islas grises y lluviosas situadas, nos guste o no, en la esquina occidental del norte de Europa. Sus costas no llegan tan al norte como las europeas Suecia, Finlandia o Noruega, ni tan lejos como las europeas Irlanda, España y Portugal, y tampoco tan al oeste como la siempre europea Islandia. No sólo nuestra geografía, sino toda nuestra historia como civilización, nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra economía política, nuestras instituciones, nuestra religión, nuestras estructuras sociales, y nuestra propia identidad, se las debemos a Europa. Todos estos elementos son inherentemente y fundamentalmente europeos. Todo comenzó con la migración de los nómadas celtas del País Vasco, que aprovechando los bajos niveles del mar y los puentes de tierra creados durante la última Edad de Hielo hace unos 10.000 años, llegaron a las Islas Británicas y las poblaron. Alrededor de 8.000 años después invasores de Europa comenzaron a llegar. Los romanos, los Angulos, los sajones, los vikingos y los normandos, dando vida al crisol de civilizaciones de nuestras islas, y creando un lenguaje increíblemente rico, mosaico hecho de latín, germánico, nórdico, e influencia francesa, llegando a contener más palabras que cualquier otro idioma en la historia. Luego vino el cristianismo, el parlamento, el liberalismo, la colonización, el imperio, la industrialización, la modernización y la guerra total. Todas cosas intrínsecamente europeas en sus orígenes. La historia británica es la historia de Europa y Gran Bretaña nunca ha sido apartada de Europa, ya que siempre se ha cimentado junto al continente. Lo que nos hace "británicos" es la decoración meramente superficial, lo que nos hace “europeos” existe en nuestra esencia. Sin embargo, a pesar de estas verdades inevitables, Gran Bretaña siempre ha sido un lugar poblado por muchos que se niegan a aceptar su propia inevitable europeidad..
Derecho Divino del Establishment
Esta excepcionalidad británica y el rechazo de lo que es europeo no es sólo una peculiar distinción genética presente en la mente de los nacidos en las Islas Británicas. Es, y siempre ha sido, una narrativa producida por los que ejercen el poder, que temen perderlo frente sus adversarios europeos. En los viejos tiempos se trataba de reyes débiles que temían los rivales más potentes del continente, en la actualidad son políticos y hombres de negocios que temen que sus rivales europeos tomen lo que consideran legítimamente y divinamente suyo. Tomemos por ejemplo la ciudad de Londres, la cosa más cercana que el Reino Unido tiene a una impenetrable todopoderosa ciudadela del siglo XXI. El punto focal de la influencia británica, su riqueza, y sobre todo su poder. Los bancos británicos no son precisamente conocidos por su humildad, altruismo o las prácticas comerciales honestas. Tienen que ver con el beneficio duro y frío a cualquier precio. Eso incluye prácticas comerciales que rozan lo ilegal, equivalentes a los de Wall Street que estrellaron la economía mundial en 2008. Los bancos británicos han buscado exprimir hasta la última pizca de beneficio de este planeta, jugando al azar con todo lo que está al alcance de sus manos y tal vez un poco más. Y lo hacen sabiendo que gobierno británico, como siempre ha hecho, estará listo para sacarlos del apuro hasta con el último centavo de los contribuyentes cuando todo va mal. Y con el tiempo, siempre sale mal.
Pero ¿qué tiene todo esto que ver con la UE? Sencillo. En los últimos años, la UE ha estado trabajando en una legislación para terminar no sólo con las prácticas financieras casi criminales de los grandes bancos, sino también con los niveles fuera de control de evasión de impuestos. Incluso David Cameron heredó grandes cantidades de dinero ganado a través de acuerdos financieros poco fiables y evasión de impuestos a gran escala. Sin embargo, cada vez que la UE propone leyes para contrarrestar los efectos de las finanzas corruptas y los paraísos fiscales, adivinen cuál el gobierno es el primer gobierno en la cola para rechazarlas? Más del 50% de las empresas que figuran en los documentos de Panamá son británicas, y un porcentaje muy significativo de los políticos conservadores también fueron nombrados. Una iniciativa a nivel europeo diseñada para limitar el daño causado por las finanzas implacables y la evasión de impuestos afectaría directamente los márgenes de beneficio de estos personajes. Si Enrique VIII nos ha enseñado algo, es que si instituciones europeas poderosas se interponen en el camino de sus propios intereses personales, entonces hay que romper con esas instituciones y crear otras propias.
Parcialidad de los medios
Por supuesto la creación de una narrativa anti-Europa es un trabajo duro. Lo que se necesita son amigos influyentes en las altas esferas. Por suerte, los políticos conservadores y los banqueros de la ciudad tienen un montón de amigos influyentes, y muchos de ellos son propietarios de periódicos multimillonarios. Gran Bretaña tiene 8 diarios nacionales y 7 de ellos son completamente controlados por un puñado de ricos hombres blancos.
Muchos de estos periódicos tienen alergias muy fuertes a la verdad, especialmente cuando se habla de la cuestión de Europa. De hecho, tan deshonestos son los periódicos británicos que la propia UE ha creado una página web donde chequear los hechos y contrarrestar las mentiras publicadas diariamente. Entre los titulares más ridículos destacan: “La UE prohibirá la venta de huevos en pack de 6 y 12” (Daily Telegraph) o “La UE prohibirá los autobuses de Londres” (Daily Mail). También son dignos de mención los titulares despectivos publicados acerca de los inmigrantes europeos, falsos en su totalidad pero que ayudan a crear una fuerte narrativa de la desconfianza.
Pero ¿por qué hacer esto? ¿Sólo para preservar sus millones y la prerrogativa económica de Gran Bretaña de las finanzas corporativas corruptas? Por supuesto, pero también es cierto que la gente ama las historias jugosas, y no hay nada más jugoso que los inmigrantes criminales o los líderes incompetentes, especialmente cuando el objetivo es hacer cuanto más dinero posible y además mantener noticias como “Evasión de impuestos de los Tories”, “Banqueros corruptos” y “Medios sesgados” fuera de los titulares. La gente ama ese tipo de historias también, pero por alguna razón a los dueños de los periódicos multimillonarios con amigos banqueros corruptos no les gustan tanto.
El problema con este tipo de historias inventadas, que se retiren o no (99% de las veces no son retiradas), es que una vez que son publicadas se convierten en verdad. El peso de la responsabilidad recae entonces sobre las espaldas de otros en demostrar la mentira, o en la gente común en pensar por sí misma. Y la verdad es que generalmente ambos se encuentran demasiado ocupado trabajando como para desafiar las mentiras de los periódicos.
Alguien que no está demasiado ocupado trabajando, pero todavía se cree todo lo que lee es Boris Johnson (un hombre que fue alcalde de Londres dos veces y ahora quiere ser primer ministro), entrevistado recientemente en vivo en el aire durante un programa de radio por los comentarios que hizo en su columna semanal en el Daily Telegra-graph, en el que afirmó que la Unión Europea trataba de prohibir todos los niños de inflar globos. "¡Es una atrocidad!" Parafraseo a Boris proclamando que "¡Es absolutamente absurdo! Que la UE esté metiendo otra vez la nariz en los asuntos de otras personas ". El entrevistador le preguntó a Johnson de dónde había sacado la información ya que un político de su calibre debería tener un equipo de verificadores de datos para asegurar la precisión de sus declaraciones, y evitar el ridículo un público. El entrevistador amablemente señaló que la UE no había propuesto tal cosa, y que lo más cercano que se podía encontrar era una sugerencia de la UE relativa a la inclusión de etiquetas en los paquetes de globos que advierten al comprador que "los niños menores de 6 años pueden ahogarse". El entrevistador le preguntó a Boris si pensaba que esto era lo mismo que prohibir a todos los niños de 6 años inflar globos, y si pensaba que la propuesta real era tan absurda e indignante como la que Boris había inventado o no se había molestado en comprobar. Boris dijo sí, que él creía que esa sugerencia era absurda e indignante.
Si el alcalde de Londres, con todos sus ayudantes, la experiencia y el supuesto conocimiento no es capaz de distinguir la diferencia entre la política europea y titulares sacados de los cuentos de hadas, entonces ¿Cómo podemos esperar que el electorado sea capaz de tomar decisiones informadas en vista de un referéndum?
En conclusión
En fin, hay problemas entre la UE y el Reino Unido, al igual que hay problemas entre todos los países miembros de la UE y la UE, pero la mayoría de estos problemas se podrían negociar formalmente y se podrían lograr compromisos. Esta es la opinión de los políticos, economistas y hombres de negocios más razonables y racionales. También hay mucha verdad en las afirmaciones de que la UE no es democrática, un poco totalitaria, demasiado grande y demasiado intrusiva, y que no está realmente operando en interés de las personas. Estos son todos los argumentos fantásticos contra la UE, lástima que sean argumentos fantásticos también en contra de cualquier gobierno nacional. Si estas afirmaciones pueden ser utilizadas para describir con precisión la política de Bruselas, resultan aún más exactas en referencia a Westminster (sede del Parlamento británico).
Una vez que logremos dejar atrás las preocupaciones objetivas para ocuparnos de las subjetivas, como el sentimiento de excepcionalismo británico respecto de Europa, las élites aterrorizadas de perder su control sobre riquezas, capital y toma de decisiones, y la figurativa inundación de desinformación diseñada para asustar y manipular los votantes para que elijan como a los intereses de los poderosos les gustaría, todo el debate acerca de la UE en Gran Bretaña toma un aspecto desagradable. Hoy en día los problemas que enfrentamos son mayores que unos pocos miles de rumanos que vienen a Gran Bretaña. Nuestros problemas son los problemas de todos, los problemas británicos son los problemas europeos, y los problemas europeos son los problemas británicos. Trillones en paraísos fiscales, un sistema financiero criminal global, políticos corruptos, medios manipuladores, la desigualdad en la distribución de la riqueza, los derechos de los trabajadores, los derechos humanos, el calentamiento global y el cambio climático, el bienestar social, vivienda, salud y educación. Estas son las cuestiones más importantes de Gran Bretaña en el siglo XXI, así como lo son de Europa, y en mi opinión tenemos muchas más posibilidades de encontrarles una solución sin dejarnos dividir por los intereses poderosos pensar, sino que tenemos muchas más posibilidades trabajando juntos en una comunidad cohesionada, cooperativa que busque el mayor bien para todos.
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