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El impacto de la Primavera Árabe en Yemen: Nueva coyuntura, viejos conflictos

  • Magalí Chiacchiera, M.E. Ciliberto y Marian Tomé
  • 7 dic 2015
  • 4 Min. de lectura

La Primavera Árabe también tuvo su versión yemení. Allí, la gota que colmó el vaso fue la intención de Ali Abdulá Saleh de perpetuarse en el poder a través de reformas electorales. Esto generó una inmediata movilización de los jóvenes. La conmoción social hizo que Saleh abandonara el poder y que fuera sucedido por Adb Rabbuh Mansur Hadi. Sin embargo, con la caída de Saleh-quien concentraba la unidad del Estado- se generó un vacío de poder que fue rápidamente aprovechado por los intereses contrapuestos de –principalmente- tres actores diferenciados: la rebelión impulsada por el clan Huzí desde el norte, el Movimiento Secesionista en el sur y el yihadismo terrorista de Al-Qaeda en la Península Arábiga.

La cuestión de los Huzis

Los Huzis forman parte de una tribu que profesa la rama zaidista del chiismo. Sus reivindicaciones contra el Estado yemeni se centran en revertir el sentimiento de abandono estatal y en mantener la privilegiada condición social que ostentaban antes de la caída del Imanato zaidi. Tales reclamos derivaron en un fuerte enfrentamiento con las tropas oficiales de Saleh en 2004 y- a partir de ella- el presidente comenzó una política de estigmatización del grupo acusándolo de mantener lazos con Al Qaeda y con Irán. Sin embargo, el vínculo con ambos es improbable puesto que discurren en cuestiones religiosas e ideológicas, a pesar que con Irán existe un objetivo en común que los une: la lucha contra Al Qaeda.

Desde que Hadi asumió como presidente, los Huzis se rehusaron a negociar con el gobierno, hicieron un llamado a boicotear los resultados electorales y -aprovechando la debilidad del poder y su militarizado poder de presióniniciaron una campaña hacia el sur para debilitar a sus rivales que derivo en la actual toma del poder del Estado. Esta situación es altamente preocupante para Arabia Saudita, puesto que la presencia de un grupo chiíta en su frontera podría inspirar a la minoría chiíta de su población a revelarse contra el poder central. Por otra parte, el ascenso de los Huzis podría crear un estado vecino chiíta y pro iraní. Estas razones motivaron la lucha contra los Huzis por medio de – por ejemplo- la operación Tierra Arrasada de 2009 y la reciente Operación Tormenta Decisiva de 2015. Por otra parte, Estados Unidos también reaccionó negativamente puesto que el antiyanquismo Huzi podría hacer peligrar su política antiterrorista. Además, su política exterior irá en consonancia con el temor de su histórico aliado saudí a la expansión chiíta en la región.

La secesión del Sur

Yemen es producto de la artificial unificación de Yemen del Norte y Yemen del Sur en 1990. Forzadamente se pretendió formar una identidad nacional común que superara las diferencias de base entre ambas regiones. Al ser la unificación impuesta por el Norte, el sur siempre quedó relegado a un segundo plano, lo que generó la constitución de un movimiento sureño organizado. El mismo, con el estallido de la Primavera Árabe reavivó sus demandas de autonomía para sus gobernaciones. A pesar de las constantes represiones, con la caída de Saleh los reclamos sureños se radicalizaron acentuándose las diferencias, principalmente, con los Huzis. Recientemente, con la presencia de las fuerzas de Hadi en el sur se ha consolidado la alianza entre dichas fuerzas y la “Resistencia Sureña” (conformada por milicias sunnitas), que se opone al avance de los Huzis. Se cree que dicha alianza recibe armamento de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, quienes claramente se verían perjudicados con la instalación del gobierno Huzi.

Al Qaeda en la Península Arábiga

Al Qaeda en la Península Arábiga es uno de los grupos terroristas vinculados a Al Qaeda más sólidos y resistentes, considerado un referente mundial de la Yihad. El objetivo y finalidad última de AQPA es el establecimiento de regímenes islámicos y el gobierno de la Sharia en todo el mundo, hasta la implantación del califato mundial. En este sentido, la Primavera Árabe ha sido un punto de impulso para las actividades terroristas, no porque se haya encontrado detrás de las movilizaciones - su fin último de un califato mundial no concuerda con los valores democráticos - sino porque la incertidumbre y la complejidad en torno a la transición del poder provocan un vacío que le permite mayor libertad, en torno al cual busca aglutinar los sentimientos populares de descontento con el régimen y mostrar al califato islámico como alternativa al autoritarismo del gobierno central. Principalmente, desde la huida de Hadi y el incremento de poder de los Huzis, Al Qaeda ha visto crecer sus filas por parte de aquellos - sunníes - que ven a los huzis chiitas como meros subsidiarios de Irán. Además, la presencia de Al Qaeda conlleva para Yemen ser el blanco de numerosas políticas antiterroristas orquestadas por Estados Unidos, sus aliados occidentales y socios de la región, como Arabia Saudita.

En el país, la guerra contra el terrorismo fue consentida tanto por el ex dictador Saleh como por su sucesor Hadi. Debido a esto, los atentados terroristas se dirigen por un lado, contra el gobierno yemení, y por el otro, contra objetivos occidentales, tanto dentro de Yemen como internacionalmente. Aun así, AQPA tiene un difícil panorama si busca superar con su discurso islámico de implementación de la Sharia los discursos de los distintos actores sociales que pugnan por un lugar en el poder.

Podríamos decir, entonces, que la Primavera Árabe yemení se vio superada por los actores habituales de Yemen, quienes aprovecharon las circunstancias para reivindicar sus propios movimientos y demandas. Frente a un panorama que dista de ser estable, ordenado y pacífico se puede pensar que Yemen se está acercando a la condición de Estado Fallido a pesar de que aún no se ha llegado a una situación de colapso donde el Estado desaparezca por completo. No obstante, esto puede llegar a suceder si no se reorienta el rumbo. Estas egoístas luchas intestinas, sumadas a su acentuada debilidad económica, y su problemática densidad demográfica termina por hacer de Yemen un profundo caos político. Además, la Primavera Árabe no sólo intensificó conflictos ya existentes en el interior, sino que a su vez despertó la alerta de cambios geopolíticos en la región, y las tensiones permanentes entre Arabia Saudita e Irán se ponen en juego también en el escenario yemení a través de las disputas entre sunnitas y chiitas.

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