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Un relato acerca del Grexit

  • Pilar d'Alò y Julio Belloni
  • 7 dic 2015
  • 5 Min. de lectura


Pasada la tormenta, la crisis griega dejó de ser primera página en los diarios. Varoufakis y Tsipras dimitieron y Grecia recibió un nuevo préstamo bajo nuevas condiciones de ajuste. Ese desastre económico y político que la victoria del “NO” (OXI) en el referéndum del 5 de julio habría causado, no se dio. Sin ninguna intención de quitarle al drama griego su importancia en términos económicos, políticos y sociales, sobre todo en cuanto respecta la legitimidad de la Unión Europea, es innegable que aquella llamada al fin del mundo terminó siendo poco más que una tormenta de verano. Violenta, con truenos y relámpagos, árboles caídos; pero al fin y al cabo superable.

Surge natural entonces preguntarse por qué nos esperábamos una catástrofe. Nos imaginábamos que con la victoria del “OXI” Grecia iba a salir del Euro y la UE iba a venirse para abajo. Con el ejemplo de Syriza los partidos disidentes de derecha e izquierda aumentarían su fuerza, y quien sabe, Escocia y Catalunya declararían su independencia. La Gran Bretaña (lo que quedaría) se retiraría otra vez a su histórico desprecio hacia el continente y ese gran experimento que es la Unión Europea habría llegado a su fin. Aunque parezca un poco excesivo, esa era la cronología sencilla que hacían nuestras mentes. Para los europeos, ese era el miedo intrínseco que el GREXIT invocaba: si Grecia sale del euro, no hay más euro. Pero, ¿Por qué todos dimos por supuesta esa conexión definitiva entre el NO de Grecia y el derrumbe del Euro?

Recortes de Grecia y la crisis

Encontrándose en una crisis de deuda externa junto con la mayoría de los países del Mediterráneo Europeo, Grecia no pudo hacer frente a las severas políticas de ajuste requeridas por el Parlamento Europeo y los Estados más estables. Año tras año, salvataje tras salvataje, Grecia pudo seguir adelante sin caer en default, aunque con una situación de recesión cada vez más grave que además de impedir la recuperación económica del país, hizo desaparecer la esperanza de los ciudadanos en la efectividad del ajuste. Desde el país helénico, y junto a los otros afectados por las políticas económicas restrictivas como Italia, España, Portugal e Irlanda, empezaron las críticas a la "Troika" (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) y a las naciones del norte europeo con poder de liderazgo. Las soluciones alternativas que se pedían nunca llegaron.

Aunque todos los países deudores a lo largo de los últimos años se hallen en situaciones parecidas a la griega - por eso el despreciativo acrónimo PIGS, cerdos - la particularidad de Grecia subyació en su constante crítica a las políticas impulsadas por el liderazgo alemán. Tras una serie de crisis de representación política Alexis Tsipras fue elegido Primer Ministro por el partido de izquierda Syriza, prometiendo aliviar los efectos del ajuste y levantando una ola de esperanza no solo entre los griegos, sino también entre los ciudadanos de todos los países que más habían sufrido la crisis.

Lamentablemente, a principios de este año Tsipras no logró obtener otra prórroga al pago de una de las cuotas que se debían al FMI y el BCE. Pocos días antes de que vencieran los plazos establecidos, la UE propuso un nuevo plan con duras condiciones de ajuste, que según el gabinete griego habrían paralizado aún más el país. Tsipras, fuerte también por el apoyo de sus ciudadanos, llamó al famoso referéndum.

El relato en contra del Referéndum

Con la victoria del "SI" no iba a haber ningún problema. Se aceptaban las duras medidas de ajuste económico, Europa y los países más estables (y los menos también) se quedaban tranquilos y otra vez los líderes europeos podían decir haber resuelto exitosamente una situación peligrosa. La victoria del “SI” significaba apaciguar las malas lenguas que hablaban de falta de integración y cooperación, de una política hecha desde los fuertes a favor de ellos mismos y en detrimento de los más débiles. Sustancialmente, significaba devolverle legitimidad a la Unión Europea y al liderazgo alemán.

En este afán de re-encontrar la unidad perdida y la legitimidad germana se explica entonces la extensa campaña impulsada por las grandes personalidades de la UE en contra del OXI: con la victoria de la negativa griega, el país helénico inevitablemente saldría del Euro, demostrando así la derrota de la moneda única y por consiguiente del proyecto político de la Unión. Así, se dio vida al terrorífico monstruo del GREXIT.

Numerosas personalidades como el Ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble, Mario Draghi (Presidente BCE), Jean-Claude Juncker (actual Presidente de la Comisión Europea) y también Matteo Renzi y Mariano Rajoy (Jefes de Gobierno respectivamente de Italia y España), dieron a entender públicamente que con la victoria del OXI, el GREXIT era una posibilidad concreta y efectiva. Más aún, fue el ministro alemán quien, acérrimo defensor de las normas de la eurozona, sostuvo durante las reuniones del Eurogrupo que ante su insolvencia, Grecia debería abandonar temporalmente la moneda única con el objetivo de aliviar su situación y poder entonces negociar en otros términos.

La opinión pública, también tuvo un rol central en la definición de este relato. En una nota del diario alemán “Die Welt” se aduce que mirando a su historia, los griegos no pueden ser considerados europeos y que ya han actuado en contra de la estabilidad del continente obtenida luego del Congreso de Viena de 1815.

Según lo publicado en la versión español del “Deustche Welle” diversos diarios como el “Frankfurter Allgemeine” sostenían que con el OXI iba a ser difícil para los griegos realizar transferencias bancarias, conseguir medicamentos y alimentos en los supermercados. Descripción tras descripción de los tremendos efectos sobre la vida cotidiana que este resultado habría causado, se apelaba al significado político de aquel “NO” como un rechazo hacia Europa. Significativos en tal sentido fueron los titulares de los diarios españoles cuando el resultado del referéndum ya era público: “La Razón” titula “Sin oxígeno. Grecia da un “no” a la UE”, “El Mundo” y “La Vanguardia” enfatizan “Grecia dice “No” a Europa” y el diario “ABC” declara “Grecia venga su ruina con un “no” a Europa”.

Asimismo, los efectos sobre el liderazgo alemán se hicieron sentir. El ya mencionado “Die Welt” y el populista “Bild”, declararon la derrota de Angela Merkel culpándola por sus intentos pocos fructíferos para concientizar acerca de los peligros del NO, a la vez que hablaban de una humillación ante Tsipras.

El punto de vista en Argentina y América Latina no es muy diferente. Esto no sorprende, ya que la prensa de nuestro continente hace referencia a los principales medios de comunicación masivos europeos, que a su vez se encuentran sujetos a una élite política y económica que lejos de ser afectada por las medidas de austeridad impuestas a Europa, se vio beneficiada por la compra de empresas estatales que los distintos gobiernos griegos pusieron a la venta para achicar el gasto público.

Entonces, aunque no podamos hablar en términos de una conspiración operada por los líderes europeos y la prensa en contra del referéndum y en desprestigio de la política de Tsipras, figurado como un gobernante inexperto que llevaría su país hacia la ruina; también es innegable que hubo un discurso constituido y orientado a que la opinión pública mundial presionara los ciudadanos griegos a votar “SI” bajo la amenaza de su salida del euro, pero también de ser los culpables intrínsecos de la pérdida de la legitimidad de la UE.

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